lunes, 10 de noviembre de 2014

Hablando sobre Puerperio

Hablamos de Puerperio en Prp Programa Radial Psi.

Para escuchar la grabación del programa en diferido, podés bajar el archivo “PRP-20141101-PUERPERIO.mp3” desde el siguiente link: http://bit.ly/1uLRypK

miércoles, 15 de octubre de 2014

Puerperio: ¿desbordada de felicidad o felizmente desbordada?

De qué hablamos cuando hablamos de Puerperio?
El Puerperio era asimilado, en otras épocas, a la llamada cuarentena. Esto sería los 40 días posteriores al parto hasta el alta médica para realizar actividad física y el alta para retomar la actividad sexual. Lo cierto es que esto es sólo un alta médica que habla de que el cuerpo ya puede retomar sus antiguas costumbres, pero no se refiere en nada a las cuestiones emocionales ni mucho menos al deseo.
Entonces, el puerperio es el el período que va desde el nacimiento del bebé hasta la “reinserción en el mundo” luego del nacimiento de nuestro hijo. Tiene que ver con poder sumergirnos en le mundo de los pañales, tetas, noches sin dormir para luego volver a recuperar el deseo de hacer cosas que exceden a la maternidad: la vuelta al trabajo, encuentros con con amigas, ganas de leer un libro,momentos con la pareja. 
El puerperio implica un proceso de adaptación al nuevo rol maternal. Se caracteriza por un sinfín de sentimientos encontrados: confusión, alegría, miedos,angustia, desilusión. Los cambios hormonales, el cansancio, las excesivas demandas del bebé (y del entorno) impactan directamente sobre nuestro estado de ánimo sintiéndonos, muchas veces, desbordadas. Aparecen nuevos pactos en la pareja, cambios de hábitos y rutinas.Momento  de empezar a conocernos en nuevos roles que, de hecho, han sido idealizados durante la etapa anterior. 
Nuestra identidad se ve alterada, nuestro mundo se ve alterado. Nos desconocemos. Estamos felices y emocionadas, lloramos y lloramos y no sabemos bien porqué, pero nos damos cuenta que no es sólo por felicidad. Los sentimientos son muy intensos, también nos desbordan.
Venimos con historias contadas por otras de cómo ser madres y de pronto, el bebé en casa nos enfrenta a “¿cómo seré yo como madre? o ¿qué tipo de madre quiero ser, qué  madre podré ser?”. Empezamos a cuestionar los modelos para que empiece a aflorar nuestro propio estilo. 
Quizá no todo es lo que esperábamos, o no como lo imaginamos. En algunos aspectos nos sentimos desilusionadas al encontrarnos con situaciones que nadie nos había contado como, por ejemplo, la verdad del posparto: esa sensación de invasión o pérdida de intimidad al estar entregadas a las enfermeras que vienen a “higienizarnos” como si nosotras fuéramos los bebés, a ayudarnos a bañarnos como si por ser todas mujeres no tuviéramos vergüenza, las puericultoras que amablemente nos tocan nuestros pechos  para ver si están turgentes como si nosotras ya hubiéramos cambiado el switch de que ahora son alimento y amor para nuestro bebé y no tienen nada más que ver con la sensualidad y los escotes, esos puntos que molestan y arden o unas hemorroides que se escaparon. Esa cesárea que no esperábamos y ese dolor inexplicable de las primeras succiones del bebé que también ponen en duda nuestros preconceptos sobre la lactancia. Nos habíamos hecho fanáticas del discurso de la lactancia prolongada, “dar pecho dar vida”, pero ningún anuncio nos había dicho lo que dolía! Así empieza el puerperio, en el sanatorio, rodeadas de visitas.
El puerperio es un momento en el cual entran en conflicto todos nuestros roles, sobre todo pareciera que Mujer y Mamá quedan enfrentados, que nunca podrán unirse. Como mujeres nuestros centros de interés se ven modificados. Nuestra femineidad está alterada, no nos hallamos en esta nueva imagen fácilmente, no sólo a la imagen física que lleva un tiempo recuperar, también a la imagen simbólica de nosotras siendo Mujer- Madre.
Pero en el puerperio no todo es negativo. Es más, es un momento del cual podemos aprender mucho sobre nosotras, donde depende de cómo lo vivamos puede ser una experiencia maravillosa ya que el puerperio también nos da la posibilidad de aprender a dejar de controlarlo todo, a dejar fluir, a dar lugar a que afloren sentimientos nuevos que de hecho jamás habíamos sentido antes. Es poder sentir que la maternidad no nos sacó nada, que no resignamos sino que re-significamos nuestras prioridades, nuestros valores, nuestros intereses. Es aprender a disfrutar de estar todo un día en piyama con nuestro bebé durmiendo sobre nuestro pecho sin pensar en todo lo que estamos dejando de hacer, es aprender a disfrutar de la ternura, de una mirada, de nuevos olores… entregarse a un nuevo y maravilloso mundo  donde sólo hay lugar para dar y recibir amor. Entregarse al reloj biológico de nuestro hijo y dejar al de las agujas guardado en un cajón. Un tiempo para conocernos más profundamente.  
Poco a poco, con el pasar de los meses (particular en cada mujer) todo empieza acomodarse.  Volvemos a tener ganas de pintarnos las uñas, de salir de casa, de tener salidas con amigas, de reencontrarnos con nuestra pareja, de ir a trabajar. Empezamos de a poco a recuperar la identidad perdida y nos vamos dando cuenta que ya no somos las mismas, ahora también somos Madres, pero jamás dejamos de ser Mujeres. 

Lic. Lorena Ruda

15 3 696 1806

sábado, 23 de agosto de 2014

Hablando de berrinches y límites en " Que risa todos lloraban" (radio)

Podes Escuchar mi participación en ¨Qué risa todos lloraban", hablando de Berrinches y Limites.
En la segunda mitad del programa tendrás el honor de escucharme! (próximamente subo solo la parte en la que participo)

http://www.mixcloud.com/SinDialRadio/que-risa-todos-lloraban-4814-lunes-22-hs-wwwsindialradiocomar/

miércoles, 20 de agosto de 2014

Control de esfínteres

El control…. de esfínteres

El control de esfínteres es uno de los temas por lo que más consultan los padres, pareciera que algo de este proceso tan largo y particular afecta directamente sobre a ansiedad de los padres y, sobre todo, de los abuelos! ¿Porqué estaremos tan apurados en que nuestros hijos dejen los pañales? Llegan los dos años y ya se instala el tema, ni hablar si llega el verano…. Poco observamos en qué etapa está nuestro hijo y si está en condiciones o no de dejar el pañal porque socialmente se impuso que esa es la edad para iniciar el proceso, incluso la mayoría de los jardines aún insisten en la condición de entrar a sala de 3 sin pañales, lo cual fuerzan a las familias a tener todo el verano al chico desnudo, haciéndose pis y caca encima, o persiguiéndolo con la pelela para que cuando llegue marzo ya hayan logrado el objetivo (objetivo adulto, por cierto). Muchas veces frustrándose luego cuando el chico “logró” de alguna manera el control de esfínteres, pero empiezan las clases y “oh, casualidad”, vuelve a hacerse encima.
Venimos de la escuela en la que se creía que el control de esfínteres es una cuestión de hábitos, educación y una cuestión de aprendizaje.
Lo cierto es que es un proceso fisiológico y madurativo, que poco tiene que ver con las condiciones climáticas y con una edad igual para todos. Por el contrario, este proceso es lento y con idas y vueltas. Al ser un proceso madurativo, acelerarlo es contraproducente. Generamos una exigencia  perdiendo de vista que el control de esfínteres no es cuestión de voluntad. Como leí alguna vez  “es como apurar a una oruga a convertirse en mariposa”. Si un niño esta aprendiendo a caminar y nosotros en vez de acompañarlo lo agarramos de la mano y lo hacemos caminar forzosamente  en realidad vamos a lograr que este niño se sienta cada vez mas inseguro y hasta podemos retrasar el proceso. Un empujoncito para ayudarlo puede terminar en alguna caída que al niño lo asuste y viva este proceso con temor e inseguridad. En cambio si dejamos que experimente y vaya probando a su ritmo acompañándolo, sosteniéndolo y, sobre todo, mirándolo, probablemente se sienta más seguro y se anime a caminar cuando de verdad sienta que puede hacerlo, en definitiva, a nadie le gusta frustrase! Del mismo modo con el control de esfínteres. Lo único que podemos hacer como padres ante este proceso es Esperar, observar,contener y acompañar.
¿Cómo? Principalmente confiando en sus capacidades. Observando a nuestro hijo sin caer en comparaciones. Sabiendo que este proceso cuenta con etapas diferenciadas (enumeradas más adelante) y que no hay un tiempo estipulado para cada una, que varia según cada niño y que el hecho que sea verano sólo favorece a la comodidad de los padres. Es importante saber que el control de esfínteres nocturno es más lento que el diurno, al igual que el control del pis es más rápido que el control de la caca. Muchos niños van al baño a hacer pis y sin embargo, piden el pañal para hacer caca. No hay motivo alguno para negar este pedido.
Muchas veces la ansiedad y nuestra necesidad de control hace que preguntemos sistemáticamente “querés ir al baño” “avisame por favor eh”, lo cual muchas veces pasamos de acompañar advirtiéndole a nuestro hijo que estamos ahí si nos necesita a presionar. Transformamos nuestra mirada en una exigencia. Sobre todo si hay algún evento social, no vaya ser cosa que se ensucie el vestidito elegido o el pantalón y las zapatillas deban cambiarse en la mitad del cumpleaños. Nuestros hijos van a tratar de satisfacer nuestras demandas y exigencias, pero seguramente van “retroceder” ( si es que alguna vez avanzaron) ante alguna situación de fragilidad emocional como por ejemplo, el comienzo de clases vivida como momento de separación con la madre. Y ante  esta situación caemos fácilmente en frases como “me tomo el tiempo, “lo hace a propósito”, etc. 
Hablamos entonces de “dejar los pañales” en vez de “sacarle los pañales”, lo que implica poder respetar los tiempos de cada niño y esperar que se sienta preparado para este proceso que implica una decisión que deja al niño ubicado en otro lugar. Como toda decisión también implica una pérdida: principalmente la satisfacción de ensuciarse, de retener y, a la vez, dejar de ser un bebé con pañales para pasar a ser un niño con autonomía. Una decisión que excluye al adulto ya que nada podemos hacer nosotros sobre el control de un esfínter que no es nuestro. Serán nuestros hijos quienes decidan cuándo, cómo y dónde.
Si durante la noche aún mojan el pañal, se lo debe dejar hasta que durante varios días consecutivos amanezca con el pañal seco: en ese momento se le puede plantear a nuestro hijo si quiere probar dormir sin pañales y decirle que se le pondrá el plástico debajo de la sábana por las dudas que se haga pis durante la noche: si está de acuerdo, avanzamos! Controlar la cantidad de líquidos antes de dormir, hacer pis antes de dormir, son precauciones que uno toma, pero lo cierto es que cuando una persona controla realmente los esfínteres, se despertará a la noche para ir baño, o acaso los adultos nos hacemos pis en la madrugada si tomamos un té antes de dormir? Qué difícil es para nosotros decidir hacernos pis o incluso, caminar en cuatro patas una vez que logramos la caminar!
Por otro lado, a los niños les surge instintivamente las ganas de empezar a jugar a trasvasar (pasar líquidos de un recipiente a otro), de ensuciarse, jugar con barro, arena. Este tipo de juegos ayudan a la elaboración inconsciente y a la estimulación del control de esfínteres. Con lo cual no está demás ofrecer este tipo de actividades como así también jugar con masa, con tierra y cualquier material que se les ocurra con este fin. Por el contrario, no ayudaría en lo más mínimo retarlos por ensuciarse o por mojarse, como tampoco ayuda retarlos si se hacen pis encima durante proceso de control de esfínteres ya que, de ninguna manera, esto sucede a propósito ni es algo personal contra los padres. También hay cuentos e historias que se les pueden ofrecer a nuestros hijos  para   ayudar a elaborar y estimular el control de esfínteres.
Por último, enumero las etapas a tener en cuenta para poder observar en qué momento se encuentra nuestro hijo y qué podemos esperar de él:
.  Primero hacen pis y caca en el pañal sin prestar interés en dicha situación,
.  hacen pis o caca y avisan una vez que ya hicieron
.  avisan mientras están haciendo pero no pueden anticiparse,
.  posteriormente registran que tienen ganas y avisan que están por hacer, pero no pueden esperar, retener. 
.  Finalmente, registran que tienen ganas, avisan con anticipación y pueden esperar a llegar al lugar indicado. retienen y controlan.

Como dije anteriormente, estas etapas no tienen un tiempo determinado ni es igual para todos. Es importante respetar el tiempo de cada uno sin apurar el proceso ya que ningún chico usará pañales de por vida!
De todos modos, no está de más revisar qué nos pasa a los adultos con este proceso y con las presiones sociales,lo que  también ayudará a dejar fluir en vez de apresurar y presionar. Si nosotros soltamos, ellos también soltarán y, para nuestra sorpresa, lo harán en el inodoro!

Lic. Lorena Ruda
1536961806





miércoles, 4 de junio de 2014

En radio. Mente Abierta. "Madres omnipotentes"

Hablando sobre "madres omnipotentes" con Dra Graciela Moreschi y Dr. Francisco Argañaraz en Mente Abierta

Muy pronto podrás escuchar la grabación de mi participación en ¨Mente abierta", programa de radio conducido por la Dra. Graciela Moreschi y el Dr. Francisco Argañaraz

lunes, 7 de abril de 2014

Berrinches

¿Qué puedo hacer cuando mi hijo haga un berrinche?

La edad de los berrinches es típicamente muy estresante para los papás. Muchas veces éstos son plagados de consejos, que si bien son bien intencionados y provienen de gente cercana, e incluso de educadores y expertos, suelen hacer daño a los pequeños a largo plazo.
Todo ello se debe -principalmente- a un desconocimiento y a la falta de herramientas acerca de cómo acompañar amorosa y respetuosamente estas explosiones emocionales de nuestros pequeños.
Así que si decidiéramos dejar de mirar esta etapa de la infancia con pesar y temor, si dejáramos de darle una connotación negativa y la miráramos con otros ojos, nos daríamos cuenta de que corresponde a un momento en el que el niño empieza a diferenciarse de sus papás, a tener ideas y deseos propios y a defenderlos, y lógicamente, pueden surgir choques entre el niño y el entorno. 
Si aprendemos a acompañarlos desde la empatía, la calma, haciendo regularmente introspección y retrospección, permaneciendo en sintonía con nuestros hijos, no tenemos por qué vivir la edad de los berrinches con dolores de cabeza.

Algo que realmente recomiendo para aprender a manejar los berrinches es este curso online GRATUITO https://www.e-junkie.com/ecom/gb.php?ii=1246090&c=ib&aff=272693&cl=239620, de la mano de Louma Sader Bujana, autora del bestseller número uno Reflexiones sobre crianza respetuosa y fundadora de Amor Maternal. 
Puedes ver la primera clase aquí 
https://www.e-junkie.com/ecom/gb.php?ii=1246090&c=ib&aff=272693&cl=239620

saludos!
Lic.Lorena Ruda

jueves, 30 de enero de 2014

Algo sobre los límites


La consulta por los límites es muy habitual, para todas la edades.
“Me cuesta poner limites a mi hijo”, “ A este chico le faltan limites”, “El que pone los limites en casa es mi marido”…Frases comunes que se escuchan alrededor de este tema.  Cabe entonces preguntarse: ¿qué es poner límites? y ¿cómo ponerlos?. Me referiré puntualmente a la infancia.
Dichos como “se hace así porque lo digo yo, que soy tu papá/mamá, y punto” se escuchan en casi todas las casas. “No quiero que me tome el tiempo”, “es caprichoso”, “no acepta acepta ningún límite”…
Lo cierto es que poner limites se confunde con  gritar cayendo fácilmente en una situación de autoritarismo y sin embargo, hay muchas maneras de ponerlos y que tengan efectos en nuestros hijos. Un grito a veces es necesario para irrumpir y captar la atención de los chicos ya que se las ingenian para hacernos creer que hablamos solos, pero tampoco quiere decir que sea la única manera.
Es importante diferenciar cuándo estamos “poniendo limites” porque aquello que nuestro hijo hace simplemente nos molesta, porque no esta bien visto, porque hace más ruido del que soportamos en ese momento, porque queremos ver la tele y ellos jugar al lado saltando en el sillón, etc. Tendemos a ser “caprichosos” a la hora de “poner limites”, quiero decir que responden más a intereses personales que a “educar” a nuestros hijos. Sin querer tratamos que se adapte el niño al mundo adulto y, en nada, el adulto al mundo del niño. Con lo cual muchas veces es sólo una guerra de intereses donde, obviamente, gana el más “poderoso”. A veces abusamos del lugar que tenemos sin darnos cuenta que lo que se nos está poniendo en juego es, justamente, una necesidad de marcar “quién manda acá”, generar una figura de respeto y autoridad. Ingenuamente creemos que esto se logra gritando o abusando de los ”no” cuando, en realidad, hay muchas maneras de mostrarles a nuestros hijos quién es la autoridad y para esto no es necesario ser autoritario. También creemos que lo lograremos si forzamos situaciones exagerando nuestro rol sólo para marcar ese lugar. Lo cierto es que, cuanta más intensión de transmitir haya, menos efecto logramos. Lo que realmente transmitimos lo hacemos sin darnos cuenta, justamente ahí donde nos mostramos tal cual somos sin querer resaltar alguna característica particular. 
Es importante no abusar de los”noes” tratando de diferenciar cuál es el verdadero sentido de ese “no”: ,¿está haciendo algo que realmente no puede, corre algún riesgo o simplemente está jugando haciendo algo acorde a su edad y a nosotros nos molesta por “sacar de orden” o porque “hace ruido” o “usa cosas que no son juguetes”?
Hay que entender que los limites son necesarios porque contienen, dan seguridad, marcan roles, enseñan lo que se puede y lo que no, a nivel micro en cada hogar, a nivel macro en la sociedad. Poner limites es importante para la estructura de cada individuo, pero estos no deberían ser caprichosos ni responder exclusivamente a las necesidades personales.
Poner limites no tiene que ver solamente con decir lo que “no” se puede hacer. 
Una manera puede ser justamente limitando un espacio “si queres hacer tal cosa lo podes hacer en tal lugar, acá no”, explicando con pocas palabras porque tal cosa si o tal cosa no. No es solo “porque no”. Ponemos límites si un rato antes de terminar una actividad anticipamos que en “x” cantidad de tiempo eso va a ocurrir, así evitamos el berrinche posterior porque el niño quiere estar más tiempo en la plaza o más en lo del amigo: “en 10 minutos nos vamos, jugá tranquilo que yo te aviso”, si es necesario mostrando las agujas de un reloj “cuando estas agujas lleguen acá, nos vamos a casa”. De esta manera estamos poniendo un límite, sin gritar, sin autoritarismo…. no quiere decir que los chicos acaten y obedezcan sin chistar, van a llevarnos hasta el final con su deseo, pero ahi sí, sosteniendo uno hace efectivo el límite: “Si, te entiendo, vos queres seguir jugando, pero dijimos que cuando llegaba la aguja nos íbamos, así que nos vamos y volvemos otro día”. Poner palabras a sus sentimientos, hacerlos sentir comprendidos y tenidos en cuenta  favorecen a la situación.
Cuando negamos una cosa podemos autorizar otra, al igual que con el espacio: “ mmm, mejor te doy este objeto para que juegues porque ese que agarraste se puede romper y no quiero que te lastimes”, “vamos a ver ese dibujito que vos querés pero primero guardamos los autitos”. Lo más importante es poder sostener aquello que dijimos, por esto hay que tener cuidado en las “amenazas” que frecuentemente aparecen del tipo “si no haces tal cosa entonces no va a pasar tal otra”, porque después terminamos haciendo lo que dijimos que no, con tal de no soportar el escándalo que se genera ante el “No”.  Lo ideal es que los límites se interioricen como tales y no que se logren por no querer “el castigo”, de ese modo es probable que se repitan las situaciones y que en cada una haya que “amenazar” o “negociar”. Sostener los limites es lo más difícil ya que es cierto que los niños son perseverantes, bastante tiranos en ocasiones y donde encuentren la fisura entran como el agua. Y también es cierto que para interiorizar un límite, o alguna situación, es necesaria la repetición. Por esto nos encontramos diciendo "cuántas veces te lo tengo que decir", como si siempre (a veces sí están ellos probando nuestro "hasta dónde") aprendiéramos de una sola vez. 
Las rutinas también ayuda a poner límites, a organizar, a que los chicos puedan sentirse seguros anticipando lo que viene. Sosteniendo algunos órdenes, algunas situaciones se manejan con mayor facilidad y ellos ya saben que “después de bañarse es hora de ir a dormir”, por ejemplo.


Como siempre digo, hay cuestiones particulares que se ponen en juego en cada caso teniendo en cuenta las diferentes personalidades dentro de un grupo familiar, los estilos aprendidos en nuestra infancia difíciles de cuestionar, en ocasiones. Sin embargo, podemos dar lugar a la aparición de algunas preguntas para tratar de modificar los modos aprendidos y, junto con nuestra pareja, encontrar una nueva manera de poner límites, respetando al niño y a los intereses de cada uno.

Lic.Lorena Ruda