miércoles, 5 de septiembre de 2012

La dulce espera




La decision de tener un hijo es una de las más fáciles y de las más difíciles a la vez. Si te dejas llevar por las ganas y nada más, es fácil. Pero, generalmente, hay personalidades más racionales que cada vez que se encuentran ante una situación de decidir, postergan. Otras, más “arriesgadas” deciden sin pensar tanto, sin llegar a “ qué irresponsable” pero sin tantas vueltas. Esto ocurre en casi todas las decisiones y , sobre todo, en tener un hijo. Sin asustar, creo que es la única decisión que es para toda la vida y, lógicamente, es difícil tomarla si la pensamos así. La cuestión es que cuando el deseo de tener un hijo está instalado, el ser humano se las ingenia para que esta situación se concrete. A algunos les cuesta más resignar cosas de su vida cotidiana entonces intentarán no tomar conscientemente la decisión, con lo cual llega en los “descuidos”. Otros, sin embargo se ponen en campaña con el almanaque al lado para no perderse la posibilidad en cada mes. Otros deciden dejar de cuidarse y mantener el ritmo sexual  habitual y “cuando llega llega...”.  Otros, por circunstancias de la vida tienen que recurrir a un tratamiento y la búsqueda es una constante sensación de ansiedad y expectativas donde es más difícil dejarlo “librado al azar”. También los casos de adopción  en los cuales las ganas de tener un hijo es exactamente igual que en los demás casos, aunque muchas veces la espera es más larga y además, no depende directamente de nosotros. Para todos los gustos, no importa cómo, lo cierto es que el deseo estaba y finalmente, llegó.
Durante el embarazo las expectativas aumentan día a día. El el último trimestre las fantasías del parto y el postparto comienzan a aflorar. Sabemos que ese momento es inminente y, los sentimientos encontrados característicos de toda la maternidad, se hacen presentes. Queremos seguir embarazadas porque es un estado único y especial, si tuvimos un buen embarazo y nos vemos bien, nos gusta estar con la panza y que el vínculo con nuestro bebé sea exclusivo y particular.Ya nos acostumbramos a ese estado y a hacer las cosas en ese estado, a ir sentadas en el colectivo y no hacer cola en el supermercado.... pero también queremos ver cómo es “el bebé en casa”.
Nos imaginamos el parto y se nos llenan los ojos de lágrimas cargando esos pensamientos con toda, absolutamente toda, la emoción que tenemos.  Nos empiezan a dar ganas de conocer a nuestro bebé, aunque también de conservar la panza! Imginamos su cara, su llanto al nacer, lloramos.... nos imaginamos al bebé en brazos, tomando la teta, a upa del papá, lloramos....nos imaginamos dando la noticia y sintiendo la reacción de los demás, lloramos...
Llegó el día. Parimos. No fue lo que esperábamos. Pero no porque salió algo mal, no. Todo lo contrario. Salió de maravillas...tuvimos contracciones, dolieron, tuvimos trabajo de parto, pedimos a gritos la anestesia, pujamos, pujamos, nació. Episotomia (que no sentimos en el momento), peeeero no lloramos como Andrea del Boca en el momento del parto, no sentimos ese amor incondicional por nuestro hijo al mirarlo lleno de líquido amniótico, teníamos miedo a no reconocerlo cuando nos lo llevaran al cuarto...etc... Lo cierto es que el momento del nacimiento de un hijo está cargado de mucha emoción y expectativas y nada nos dice que ese día va a ser tal cual lo soñamos. Y cuando esto no  ocurre, nos frustramos fácilmente. No quiere decir ni que seamos malas madres por no llorar como suponíamos que íbamos a llorar, ni por preferir que a primer noche duerma en la nursery, ni porque no sentimos “oh, lo mejor del mundo fue parir”. Y más, de pronto terminamos en una cesárea, claramente no era lo que imaginábamos para este día (o sí, pero no podemos decirlo porque no se escucha bien), pero estamos los dos bien, con salud, abrazados, con el bebé a upa al instante que lo ayudan a nacer, tomando la teta... y nosotras, donde ponemos el acento “no fue parto natural”, como si eso también hablara del tipo de mamá que seremos.
Me parece importante desmitificar algunas cuestiones en relación al nacimiento de un hijo.  Por más que idealicemos igual, tengamos expectactivas igual, eso no va a cambiar , claro. La mayoría de las veces nos cuentan las cosas lindas y maravillosas y  si las cosas no salen así es muy fácil frustrarse, cuando en realidad nadie habla de las cosas menos románticas del posparto, que por suerte son breves y se olvidan rápido ya que la felicidad y todos los sentimientos que se viven son más fuertes que esos malestares. Por eso después, queremos otro hijo.
Angustia versus depresión posparto, item importante. Se diagnostica “depresión posparto” apresuradamente cuando en realidad sentir angustia luego del parto es normal e, incluso, esperable! Más allá del cambio hormonal que estamos viviendo en ese momento,sentirse desbordada de felicidad es tan común en esta etapa como sentirse felizmente desborada.  Todo cambia, nuestro cuerpo,nuestras rutinas, nuestra independencia, nuestras prioridades....
También es esperable que nos suceda algo diferente a lo imaginado y a lo “socialmente esperado”. También es lógico luego de una cesárea estar molesta y dolorida y no poder estar al ciento por ciento, o que de hecho, tuvimos un super parto natural pero las molestias de la episotomía hacen que no nos querramos mover demasiado...Es normal que hayamos fantaseado con amamantar pensando que sería como en las tiernas fotos que vemos en la caja de productos avent o en la sala de espera del obstetra. Y de pronto, las fotos no nos muestran cuánto duele amamantar los primeros días! ¿Soy mala madre porque cuando llega el momento de la teta pienso “uh, ¿otra vez?” y no lo disfruto como “debería”? Date tiempo, si queres amamantar, ya lo van a disfrutar, ambos!
Los mandatos sociales, culturales, las opiniones de la suegra, de mamá, de la amiga que ya tuvo, influyen directamente en nosotras y la pregunta sobre si seremos buenas madres encuentran respuestas en los estilos de las demás, sin poder, al principio quizá, darnos ese lugar para sentir lo que nos pasa, ser honestas con nosotras mismas y encontrar las respuestas en nuestra única y exclusiva manera de ser mamá, que aún desconocemos. Bastante tenemos con responder a las demandas del bebé, que encima tenemos que responder a lo que se espera de nosotras en ese rol según el entorno, como si los demás tuvieran toda la verdad sobre cómo ser mamá! 
Una vez que nace nuestro hijo, el vínculo se construye, no es igual al que teníamos cuando estaba en la panza. Y para que se construya amablemente, lo ideal es estar tranquilas, observando, respetándonos nuestros sentimientos y estados. Dándonos lugar a que la situación fluya sin suponer que hay una sola manera de vivir el parto, el nacimiento, el posparto. Dejemos fluir nuestro ser mamá, dejemos que aparezca... Tratemos de no darle lugar a la culpa que siempre aparece para no dejarnos disfrutar a “nuestra manera”. Es un momento de encuentro con una situación muy imaginada, pero que ahora es real y nueva. Y muchas de las situaciones que empezamos a vivir, los sentimientos que empezamos a sentir, no los podíamos imaginar, simplemente porque no los conocíamos. Fantaseamos este momento desde lo que nos dijeron, desde lo que vimos, desde lo que suponíamos o esperábamos, pero la vida nos sorprende y muchas veces la mujer que no se imaginaba madre de pronto le sale la leona de adentro y quizá, la más sensible que se imaginaba emocioanda en cada momento está medio congelada, sin saber cómo reaccionar.... o no, y quiza las cosas son tal cual las soñaste porque “así tiene que ser” y confesar algunos pensamientos “no esperados” no es fácil.... o simplemente no fantaseaste demasiado y este momento te sorprendió a vos, en fin...tantas opciones como madres en el mundo. Viví tu experiencia, a tu manera.

viernes, 27 de julio de 2012

"Adaptación" de los padres


Quien dijo que es facil? Parte II
Hablamos en el artículo anterior de algunas cuestiones a tener en cuenta durante el periodo de adaptación al jardín desde el punto de vista del niño. Pero, como también mencionamos y sabemos, la adaptación no es solamente del niño. Los padres también vivimos nuestro proceso y muchas veces, sin darnos cuenta, hacemos que el mismo sea un poco mas difícil, creyendo que “el nene no se adapta". Es importante tener claro por qué queremos que nuestro hijo comience el jardín. Muchas veces tiene que ver con las necesidades laborales de la mamá, otras por la llegada de un hermanito, otras simplemente porque consideramos que es la edad correcta para escolarizarse, porque queremos que sociabilice, que descargue energía. Otra veces pensamos que en casa ya se aburre. Los cierto es que los chicos son especialistas en percibir cuando nosotros dudamos al tomar una decisión. No seria casual que algún nene/a que acaba de tener un hermanito manifieste descontento cuando se lo deja en el jardín. Tal vez para ese nene el momento de la adaptación es el único instante que tiene a su mamá para sí y quiere aprovecharlo al máximo. Sabe que su mamá se tiene que ir para cuidar a su hermanito y quizás sienta que es dejado ahí para no molestar y  podrán aparecer los celos. Lo mismo sucede cuando el niño perciba que su mama lo deba dejar en forma apresurada para irse a "hacer otra cosa". La mamá estará ansiosa por la rápida adaptación ya que sus licencias laborales se terminarán. Pero el niño no se lo hará tan fácil. Los tiempos para uno no son iguales a los del el otro.  Ahí surge una situación habitual y  con grandes consecuencias: la altas expectativas que tenemos sobre nuestros hijos. Esperamos que respondan a lo "esperado" sin evaluar sus tiempos, o suponiendo que existe "el tiempo ideal". Tememos sentirnos expuestos ya que, pareciera que si un nene tarda más en adaptarse al jardín será reflejo directa y necesariamente de una falta en la madre,  de un error en su modo de criarlo. La mamá siente las miradas de todos, se compara  generándole mucha ansiedad, que, percibida por el niño actuará en consecuencia, obviamente sin calcular nada!. Otras veces es la mamá la que no termina de estar convencida de "dejar al nene". Aun creyendo que esta segura se la nota dubitativa, cuestionadora, controladora. Quizá esa mamá quiere que el nene vaya al jardín, pero también sabe que una vez que se concrete la adaptación, ella estará sola en su casa. Si bien con tiempo para si misma, pero también acostumbrada a él, a su compañía. Quizás, la excusa de no hacer otra cosa que le cuesta un poco más que ser mamá, pierde vigencia. 
Obviamente cada caso es particular y es imposible generalizar. Lo importante es poder reconocer cuando dentro de este periodo, somos los padres los que podemos estar obstaculizando la adaptación del niño. Los padres, y fundamentalmente la madre, necesitan estar seguros del lugar donde dejarán al tesoro mas preciado durante parte del día.  Quieren asegurarse de la maestra, del lugar, de los directivos. Confirmar que el jardín elegido es el indicado. 
La ansiedad y las expectativas no son buenas compañeras de la adaptación. Mejor es la paciencia, la observación. Quizás un vínculo muy apegado puede necesitar un poco más de tiempo para desapegarse, pero probablemente cuando ese niño logre quedarse en el jardín, va a estar bien tranquilo que la mamá va a volver a buscarlo. O tal vez ese niño tenga muy claro que la mamá se va y tratará de retenerla lo más posible, ¡más aún si advierte que la misma necesita irse!. Algunas veces es  la mamá quien  no soporta desconocer lo qué hace su hijo cuando ella no está, o más aún, quizás es la mamá la que, por más ocupada que esté, espera que su hijo la reclame y muchas veces siente, inconscientemente, bronca cuando el niño por fin se despidió y esto no sucede. Quizás es la madre quien no puede decirle “chau” e irse.  Muchas veces es más fácil para ellas que el niño haga la adaptación con otra persona, evitando así pasar por ese momento de separación tan explícito. 
¿Será mejor que un nene  a los tres días de jardín se quede tranquilo sin preguntar por su mamá, dándole lo mismo estar con una maestra que con otra? ¿Será mejor que un nene registre las idas y vueltas de la madre y se angustie? ¿Existirá lo mejor o lo peor en estos casos?.  Si se angustia el chico: ¿hablará mal de la madre? 
Se me ocurren muchas preguntas y todas me llevan a una sola repuesta, reiterada por cierto. No hay que pensar en que todos tienen los mismos tiempos. Cada Díada se tomará el suyo para lograr una efectiva separación. En cada adaptación se juegan sentimientos  que participan del proceso y es importante poder respetarlos. 
Lo que sí me animo a afirmar es que la adaptación es un ejemplo de un montón de otras situaciones que vendrán luego,  en donde el niño nos enfrentará con nuestras dificultades. Es  notable que cuando un niño se adapta mas rápido, su mamá siente éxito y si esto no sucede lo vive frecuentemente como un fracaso. ¡Ellos son nuestros representantes! A veces pareciera que querríamos que se comportaran dentro de lo esperable no sólo por el propio bienestar, sino porque en caso contrario quedarían expuestas nuestras fallas. Es muy importante revisar este punto, cada una y cada uno (también los papás) ya que nuestros hijos cargan con nuestros mandatos, nuestras expectativas y muchas veces estamos obstaculizando su crecimiento, llenándolos de exigencias sin poder asumir nosotros mismos nuestras fallas. El niño habla por nosotros, hace síntomas, algunos propios (menos mal!!) y otros son  los que “hacen dar cuenta”.
¿Cómo hacer para que las miradas de los otros no nos importen? : Es para nosotros la primera vez que somos "socialmente padres" ante la mirada de otro "padres". Caemos necesariamente en " el hijo de tal se quedó al cuarto día ", "la hija de fulanita llora sin parar y la mama se va igual" , "el hijo de mengano no lloró nunca pero no hace nada", etc..¿Serán siempre tan necesarias las comparaciones con los demás? . Es probable que si somos madres que vivimos la situación de esta manera (pendientes de la mirada de los demás) también sea percibido por el niño y se vuelque en las expectativas. Entonces parecería que lo importante  no es sólo que el nene este bien, sino que además no nos haga quedar mal. ¿Ante quien?. Vemos entonces que, muchas veces la adaptación es mucho mas que un proceso que el niño inicia en el jardín. Nos parece que los comportamientos de nuestros hijos reflejan el tipo de mamá que somos y no queremos que nos dejen en evidencia!. Mamás: ellos también tienen su personalidad, no todo lo que hacen o no hacen habla de nosotras! En ese caso, pensemos   qué cosas deberíamos mejorar en la crianza y no sentirnos inseguras creyendo que sus actos dejarán al desnudo nuestros errores. Trabajar para hacernos cargo de los mismos evitará volcar en ellos nuestros propios temas e inseguridades. Tratemos de mejorar para poder bajar las expectativas, para aprender a acompañarlos en cada etapa, observándolos. Para poder disfrutar y compartir momentos juntos, para que puedan ser ellos mismos. Están construyendo su personalidad, su subjetividad. Ayudémoslos prestando atención a lo que necesitan, más allá de lo que necesitemos nosotros.
Tips
  • Estar seguros de por qué es el momento para que nuestro hijo empiece el jardín. Si la decisión es firme, el niño lo percibirá, si dudamos....también!  .
  • Si la adaptación esta llevando un tiempo y eso nos afecta, revisémonos para saber de qué manera podemos ayudar detectando nuestras expectativas
  • Respetemos los tiempos. 
  • La ansiedad y la mirada del otro no ayudan para poder acompañar  el proceso, tampoco para hacer una mirada critica sobre nosotros mismos.
  • ¿Creo que es el momento de llevar al nene al jardín?
  • ¿Por qué razones? 
  • ¿Siento culpa por mandarlo? 
  • ¿Siento que el comportamiento de nuestro hijo nos expone como padres? 
  • Si vemos que la situación nos genera angustia, podemos consultar con un profesional para aliviarnos y poder ver claramente la situación, entendiendo que lo mejor es que tanto el niño como la madre estén tranquilos y contentos con esta decisión.

viernes, 6 de julio de 2012

Taller de posparto y crianza


Mamás! Se abre la inscripción a este taller de posparto! un espacio donde podes compartir tus dudas, donde tu experiencia también ayuda, donde te podes sentir escuchada y comprendida y además...aconsejada! Sumate, te estamos esperando!




domingo, 1 de julio de 2012

miércoles, 18 de abril de 2012

"¿Quién dijo que es fácil?"


Empezaron las clases! Para muchos, un día más. Para otros el primer día de clases en su haber. Parecía que faltaba tanto....pero aquí estamos, “adaptándonos”. Etapa que implica un cambio para todos. Nos enternecemos imaginándonos a nuestro hijo/a entre los compañeritos, jugando con otros nenes, hablándole a la maestra. Nos da intriga cómo será, qué hará mientras nosotros no lo vemos! Creemos conocer a nuestro hijo pero de pronto nos podemos sorprender! Hay muchas expectativas sobre su comportamiento en el jardín, pero puede pasar que aquel que en casa no para de hablar en el jardín se enmudezca...y ahí la madre de fondo “dale pepito, contale al amigo, charlale a la maestra, si vos sabes...”. Nuestras presiones, nuestros deseos, nuestras ganas que el nene nos muestre que se va a quedar contento, nuestra ansiedad porque el tiempo de la adaptación sea el que nosotras queremos y esté dentro de “lo esperable”, se ponen en juego en este período. Tanto a las mamás como a los hijos les generan sentimientos esta situación y se modifican de forma directamente proporcional según la respuesta de cada uno ante esta nueva etapa. 
Los niños son rutinarios. Probablemente su vida este medianamente organizada, con una rutina establecida tanto de horarios como de lugares y personas que cuidan de ellos. Hace dos años que van a lo de la abuela, a lo del tio, a la plaza, al supermercado, la otra abuela, y lo del alguna amiga de mamá. O que una persona va a la casa a cuidarlos tantas horas por día mientras la mamá hace sus cosas. De pronto llegan al jardín y un mundo nuevo comienza.
Caras nuevas, niños por todos lados, maestras, auxiliares, directoras, maestra de esto de aquello, la de sala de 1, de 4... niños llorando, otros riendo, otros gritando y otros ya peleando por algún juguete. Pretendemos que nuestro hijo entre a la sala, hable con la maestra, haga sus monerías, así como así, que de entrada les resulte mejor plan estar ahí que en casa con mamá! Qué harías en este contexto? Cuánto tarda un adulto en sentirse cómodo en un trabajo nuevo, con compañeros nuevos, jefe nuevo, lugar nuevo, baño nuevo!!? El niño sale de su tranquilizadora rutina para comenzar una  nueva donde además tiene que aprender a sociabilizar, a compartir (sobre todo a la maestra), a esperar, a sentarse a merendar, a ser uno más y no “el nene/a más lindo/a de todos”. Pero la adaptación no es sólo adaptarse a la situación nueva sino que,simultáneamente el niño transita un proceso de separación de mamá. Fácil?  Ya para los dos años empieza a consolidarse lo que llamamos el “yo”, un ser independiente, diferenciado no sólo de la mamá sino también de los pares. El jardín pone de manifiesto que la díada mamá-bebé comienza a separarse, evidencia ante el niño que la mamá tiene deseos de “otra cosa”, y eso es vivido con angustia ya que hasta ahora esa madre estaba colmada por ese niño. Ya hubieron pequeñas separaciones como el destete, cambiarlo de cuarto, dejarlo en la casa de alguien, etc, pero el jardín es otra etapa. Una efectiva separación. Naturalmente se vive como un duelo y lo que hay que lograr es que ambos atraviesen el duelo con el llanto que amerita para luego poder disfrutar de las actividades que cada uno realizará en ese tiempo. Que el niño pueda relajarse en ese lugar y jugar sin estar “esperando que vuelva mamá”, sin sentir “me abandona”. Tiene que poder confirmar que mamá se va pero  vuelve, y para esto es necesario el período de adaptación.Lo ideal sería que llegue el día en el que el chico diga “chau mamá” y feliz de la vida entre a la sala a jugar. Eso llega, pero no todos tienen el mismo tiempo. Lo cierto es que si en los primeros intentos de separación el niño es conciente de esto, se va a angustiar y más se va a aferrar, hará síntomas físicos, eso es sano! Hay casos en que los niños no registran este proceso y no patalean, ni gritan, ni lloran. Pero ojo, eso no quiere decir que haya una verdadera adaptación. En algún momento se darán cuenta y el llanto aparecerá. O quizá llegan a la casa y están enojados, pegan o muerden. 
Ya cuando estén solos con la maestra, cuando sepan qué actividades tienen cada día, cuando puedan anticipar “ahora viene la merienda”, cuando internalicen a sus compañeros, a la maestra, van a poder también disfrutar de estar ahí, en ese lugar que eligimos para que ellos, además de entretenerse mientras hacemos otra cosa, se van construyendo como seres, van aprendiendo,  van a formar su identidad.
Es un momento muy importante para ellos, y por más que supongamos “todos se adaptan”, respetémoles sus tiempos, trataemos de no presionar, de no volcar nuestras necesidades y expectativas en ellos.Observemos qué sucede y así la adaptación será mucho mejor!
Hasta aquí lo que le sucede al niño/a. Veremos qué sucede en las madres!

miércoles, 1 de febrero de 2012

¿Donde está Mamá? Aca está!


¿Dónde está Mamá?    Acá está!

La maternidad dispara en nosotras sensaciones y sentimientos que jamás antes habíamos sentido. Durante el embarazo es probable que nos hubiéramos imaginado serenas a partir del nacimiento de nuestro hijo, probablemente nos imagináramos tiernas, llenándolo de besos, durmiendo juntos. Un sinfin de situaciones que probablemente hubiéramos visto en alguna publicidad o película y algunas que imaginábamos porque suponíamos saber cómo somos. Pero lo cierto es que cuando finalmente estamos con nuestro bebe en casa no siempre las situaciones son tan ideales y fáciles. Es muy común que nos sorprendamos de nosotras mismas reaccionando de una manera diferente a como la pensábamos antes de ser madres, o que de pronto seamos más estrictas de lo que suponíamos o a la inversa. Situaciones que antes que sucedieran pensábamos: - “cómo voy a saber sobre tal o cual cosa, cómo reaccionare si sucede tal otra, etc”. Pero, ¡de golpe tenemos respuestas!   como si durante el parto nos hubieran colocado un chip sobre “como responder ante tal situación”!
Como venimos hablando en artículos anteriores, la llegada de un hijo produce un cambio en nuestra vida, en nuestra pareja, en nuestro cuerpo. Según cómo vivamos este cambio, la relación con nuestro hijo podrá ser de una manera u otra. 
Es común que en la primera etapa de “fusión emocional” o “apego” entremos en crisis por las excesivas demandas de todos y que nos sintamos desbordadas. Muchas veces resignar nuestra autonomía es difícil. Permanentemente hay una lucha narcisística entre “yo” y el “resto”, sobre todo con nuestro bebé, que demanda sin parar, suponiendo que una siempre tendrá ganas de estar “ahí”. Pero sucede que a veces una “no está ahí”. Otras puede enojarse con si misma al darse cuenta que ha resignado cosas que antes podía hacer, que todo está cambiando. -“No voy a ir ante el primer llanto, sino después me sale caprichoso”, “¡tiene que poder esperar!”, ”¡ahora estoy comiendo, ya voy!” y diferentes frases que pueden retumbar permanentemente y dejan entrever la incapacidad propia de ceder nuestra autonomía, de resignar, de aceptar que un bebé recién nacido nos necesita todo el tiempo, que no se lo malcría teniéndolo a “upa”. Pero no a todas nos resulta fácil adaptarnos a lo nuevo. Y cada mamá hace lo que puede y como puede. Muchas necesitamos más tiempo. Quizá estas son las dificultades más comunes en esta etapa de apego, que justamente necesita  una entrega total. Estar disponibles al máximo,  a la “teta a demanda”, al “upa”, a los “mimos”, a los pañales, a las horas de sueño interrumpidas, etc. Paradojicamente cuanto más se entregue en este período de tantas demandas, más se disfrutará también. 
Hay otras mamás que no viven esta etapa como “enloquecedora”, que se permiten  disfrutar hasta de las noches interrumpidas, que la teta a demanda no genera ningún conflicto y sobrellevan estos cambios con gran naturalidad. Lo más dificil para este tipo de mamás  puede ser el inicio del des-apego.
El desapego, interpretado en este sentido,  no implica un desprendimiento total ni abrupto, sino que paulatinamente se van imponiendo momentos de separación. Muchos están pautados por la sociedad o incluso por el pediatra: “A tal edad hay que cambiarlo de cuarto”.  Ocurre que muchas mamás podemos sentir culpa por alejarnos un rato, por dedicarnos un rato para sí. Muchas veces suponemos que nuestro bebe puede tener dificultad para ”estar sin nosotras”, cuando en realidad la dificultad es nuestra. Nos cuesta alejarnos suponiendo que si no estamos, nuestro bebé se sentirá mal, nos extrañará; tendrá hambre y no estaremos ahí para calmarlo. Esta situación es independiente de la mamá que trabaja (será abordado ese tema en otro artículo) ya que no hablamos solamente de separación física. La capacidad de apegarnos y desapegarnos tiene que ver más con las diferentes personalidades y con nuestra manera de “hacer vínculos”.
En este tipo de situaciones como en las otras, es muy importante el rol del varón. Al principio posibilitando el apego, fomentándolo, participando del mismo, acompañando a la mamá, ayudándola y sosteniéndola. El apego es fundamental para el bebe para luego lograr una natural independencia. El apego le da seguridad y facilita la construcción de un “yo” independiente de la mamá. 
En la segunda etapa, el rol del varón es necesario para ayudar despacito a ir des-apegando. Estando más tiempo con el bebé, favoreciendo los momentos para una misma, para que de a poco nos vayamos sintiendo más mujer y no tan mamá!
La etapa del apego es muy importante y si se da naturalmente es probable que el desapego también sea natural. Muchas veces es notable cómo las mamás nos creemos y hacemos creer lo imprescindibles que somos. Quizá en este caso la “herida narcisista” es corroborar que cuando nos vamos nuestro bebé ni nos llamó.
 Muchas veces generamos una “imprescindibilidad” irreal, cuando creemos que el varón no puede satisfacer muchas necesidades del bebé. No siempre querrá teta ante el primer llanto o queja, no siempre deberá ser una la que lo levante y lo arrulle hasta que vuelva a dormirse. Generamos que ante el llanto el papá diga" tomá, quiere teta", quizá no era realmente eso lo que el bebé necesitaba pero todos logramos creer que si!
Es importante que cada mamá pueda identificar qué vinculo construirá o está construyendo con su hijo, o mejor dicho, qué tipo de vínculo suele construir con “los otros” ya que posiblemente se relacione de un modo similar con su bebé. 
Si tenemos personalidades más independientes, más estructuradas es probable que la primera etapa nos cueste más y que incluso el apego tenga corta duración o cueste lograrse. En cambio si somos más dependientes, si poseemos mayor facilidad para adaptarnos al cambio es probable que la segunda etapa cueste un poquito más. Ambas etapas son importantes para la vida de nuestro hijo. Lo cierto es que el destete tiene que ocurrir, separación tiene que haber. 
Todo esto no significa que: “si fui muy apegada no voy a poder desapegarme”. Quiere decir que debemos darnos cuenta que muchas angustias y sentimientos que le suponemos a nuestro bebé en realidad son las nuestras. Y que es muy importante descubrir porqué cuesta des-apegarme, o apegarme, dependiendo del caso. Y descubrir entonces en qué lugar estoy poniendo a mi hijo.
 Forzar esta separación no tiene sentido.  Esos momentos solamente van ocurriendo. La mamá empieza a necesitar sus espacios, de sus otros roles, de su cuerpo y de a poco irá marcando sus límites. Lo mejor es que sea natural y que la mamá y el bebé disfruten de lo que están haciendo cuando el otro no está. Y esto sólo ocurre cuando ambos están preparados para que así suceda. Si trabajamos sobre estos puntos, la separación será más fácil. Incluso muchas veces tejemos fantasías en cuanto al destete, al cambio de cuarto, al dormir en otra casa, a la adaptación al jardín o a dejarlo en un cumpleaños.. Pensarlo cuando una no está preparada parece terrible, pero insisto en que si el apego es normal y natural, el des-apego también lo será, y esas situaciones que parecen complicadas en algún momento, terminan generándose naturalmente, dentro de cada díada/tríada de una manera particular en un tiempo particular.
Hasta la próxima!
Lic.Lorena Ruda