miércoles, 4 de septiembre de 2013

Dejar ser, dejar hacer



Sabemos que no queremos intencionalmente boicotear la relación de nuestros hijos con sus papás, pero muchas veces queriendo controlar las situaciones o queriendo que las cosas se hagan a nuestro modo, logramos que esa relación no se de autónomamente. Muchas veces creemos que hasta fomentamos el vínculo cuando, en realidad, no dejamos que crezca naturalmente,a  su manera.
Las relaciones necesitan espacio y tiempo para crecer. Esto quiere decir que los papás aprenderán por ensayo y error, tal como nosotras, a relacionarse con sus hijos, a saber lo que funciona o no con cada uno de ellos. Quiere decir que no es necesario que les dejemos preparado el cajoncito de pañales, la comida lista y la ropa elegida. También significa poder aceptar que las cosas se realizarán de otra manera cuando el padre sea quien esté a cargo. Un papá puede elegir otras comidas para cocinar, pueden tener su propio umbral de tolerancia, sus propias expectativas para con sus hijos, para su comportamiento en determinado lugar, su propia manera de usar el humor. Eso está bien! Eso es una relación y nosotras tenemos que aprender a dejar ser, dejarlos hacer.
Aunque lo esperable en la crianza es que haya coherencia, eso no quiere decir que seamos iguales y que reaccionemos igual ante una situación. Nuestros hijos aprenderán la manera de mamá y la manera de papá, también la de los abuelos y tios y las diferentes maestras.
No importa cuanta tendencia al control tenga la madre, los papás siempre abordaran a sus hijos de un modo diferente, incluso muchas veces con mejores soluciones, eso si, tenemos que corrernos del lugar de “mamás omnipotentes” y de esta manera ayudaremos al vínculo. De lo contrario, generamos comodidad y después nos sentimos sobrepasadas por “hacer todo”, sin darnos cuenta que no soltamos lo suficiente ya que tampoco soportamos que las cosas se hagan de otro modo. 
Los papás no son niñeros a los que hay que explicarles a qué hora hay que acostarlos, de qué manera hacerlo, qué comidas darles, sugerirles actividades para que realicen con ellos mientras nosotras no estamos. Son papás! y cada uno va a construir un vínculo diferente con cada hijo. De hecho, nuestros hijos no necesitan dos mamás! Necesitan que cada uno aprenda un modo de relación con ellos entendiendo sus necesidades. Para esto es importante que demos lugar a la observación, seguro así van a saber qué hacer, tal como aprendemos las mamás.
Es cierto que, por otro lado, nosotras necesitamos un límite bien puesto, un marido que quiera ser papá y se imponga en su rol, ayudándonos a corrernos a nosotras también, dándonos tranquilidad, seguridad y confianza. Que de a poco nos vayan “ubicando”. 
Lógicamente, esto no es en cualquier etapa de la vida del niño, no es lo mismo en un lactante que un niño escolarizado. De todos modos, el papá deberá aprender a su modo a calmar al lactante como a jugar con el que ya es niño.
Así que a relajarse y dejar que los papás hagan lo que deben hacer. Claro, aceptando que lo harán de un modo diferente y que encontrarán su propia manera de hacerlo. 




lunes, 22 de abril de 2013

El aburrimiento en los chicos, nota de infobae


Por qué es bueno que su hijo se aburra

21 de Abril del 2013, 02:13
En los tiempos acelerados en que vivimos, el aburrimiento tiene mala prensa. Hay que estar ocupado. Sin embargo, los especialistas aseguran que las horas vacías permiten y estimulan la imaginación y la creatividad.
Es bueno aburrirse en la escuela”, afirma, provocador, Jean-Paul Brighelli, docente y ensayista francés, autor de varios textos críticos sobre la educación. “Nada más formador que el aburrimiento, siempre que no sea constante, sostiene. El aburrimiento es la vía libre a la imaginación. ¿Qué hace el alumno que se aburre? Divaga. Una sana ocupación”.
¿Quién no ha conocido el aburrimiento siendo niño? Por no tener con quién o a qué jugar. A veces, uno hasta se ha aburrido en compañía de otros niños o de sus hermanos.
Nada más viejo y clásico que el “me aburro” infantil. Lo que ha cambiado, dicen los especialistas, es la forma en que los adultos perciben y reaccionan ante ese aburrimiento. Vivimos en una sociedad hiperactiva y competitiva, en la cual no hay tiempo que perder. La productividad es un valor y el ocio está mal visto. No tener nada que hacer significa una pérdida condenable de tiempo.
Y esa concepción se aplica a los niños. Es frecuente que, pese a la doble escolaridad, se los llene de actividades en el tiempo libre que les queda. Esta excesiva programación de su jornada, impide que los chicos aprendan a organizar por sí mismo su tiempo libre, a decidir qué hacer y a pensar sus propios juegos.
De este modo, cuando más adelante se vean confrontados a tiempos muertos, no sabrán qué hacer. Aprender a jugar solos les hace desarrollar una autonomía que les permitirá funcionar sin tener que depender constantemente de terceros.
Esto no significa que haya que dejar a los niños completamente librados a su suerte. Los padres pueden orientar, sugerir, ayudarlos a pensar en algo para hacer o incluso empezar una actividad con ellos y luego dejarlos seguir solos. “La ausencia de actividades estimula el deseo del niño y su independencia de pensamiento, lo incita a mostrar iniciativa y a no esperar más todo de los adultos”, dice el psiquiatra infantil, Roger Teboul, co-autor de “Je m’ennuie” (Me aburro).
En concreto, el aburrimiento empieza a ser visto como formador y como un estímulo a la creatividad. Confrontado a un vacío, el niño debe abrevar en sus propios recursos, en su imaginación, en su fantasía, para llenarlo. Aprende a detectar sus gustos y capacidades.
“El aburrimiento no es necesariamente negativo, si el niño encuentra caminos de salida ante alguna sugerencia de los otros”, dijo a Infobae Felisa Lambersky de Widder, pediatra, psicoanalista y coordinadora del departamento de niños y adolescentes de la Asociación Psicoanalítica Argentina. “El ocio es un espacio en el cual se puede desarrollar un juego creativo. Implica un buen desafío a la propia creatividad y a la capacidad de invención, lo cual muestra buenos recursos psíquicos en ese niño”, agrega Widder.
Habitualmente, ante el lamento infantil –“me aburro”- los padres sienten que deben de inmediato organizarles alguna actividad a los chicos, ocuparlos. “Un problema actual –dice Widder- es la ‘agenda completa’; los padres piensan que si ellos no están es mejor planearle actividades a sus hijos para no se aburran, pero como esto los sobrecarga después están agotados y ello contribuye a bloquear la imaginación”.
"Hay que tener en cuenta, advierte la doctora Widder, que actualmente el adulto tiene por lo general una vida agitada y no tolera bien el ocio visto como tal. Pero el ejemplo de la familia es importante para el chico, es decir, que sus padres también se den lugar al ocio y que a veces se aburran un poco pero busquen alguna salida vinculada con actividades lúdicas”.
Soñar despierto y papar moscas
El aburrimiento también ayuda a desarrollar la capacidad de observación. Muchos recordarán el cuento de Juana de IbarbourouLa mancha de humedad. Es el relato de todo lo que, de niña, sola en su habitación, desde su cama, ella fue capaz de ver en esa mancha, en la que día a día descubría nuevas figuras, y de lo mucho que sufrió cuando la pared fue pintada.
“¡Moscas del primer hastío / en el salón familiar, / las claras tardes de estío / en que yo empecé a soñar! / Y en la aborrecida escuela, / raudas moscas divertidas, / perseguidas por amor de lo que vuela”. Como en estos versos de Antonio Machado, ¿quién no pasó horas siguiendo el derrotero de un insecto para “matar” el tiempo?
“Los niños se divierten cuando, mediante la imaginación y la curiosidad –esa que hizo que nos echaran del paraíso-, logran satisfacer sus ansias de conocer o jugar en mundos fantaseados, que cualquier juguete puede sostener; dijo la psiquiatra Graciela Peyrú, presidente de la Fundación para la Salud Mental , ante la consulta de Infobae. Muchos juguetes que se producen hoy, sin embargo, son perfectos, completos en sí mismos y traen un enjambre de complementos ya diseñados y predeterminados para adquirir y coleccionar. Los padres no entienden por qué los niños demandan y demandan que se les compre algo y luego pasan tan poco tiempo con la nueva adquisición. Los niños -y los grandes- de nuestra época se aburren en medio de la más fantástica colección de objetos que una cultura puede poner a su disposición”.
“Desde muy temprano, el mundo de los niños de hoy se desarrolla entre nubes de pantallas, sigue diciendo Peyrú. Las nubes electrónicas son muy distintas a las que a menudo vemos en el cielo y que tienen mil formas cambiantes disponibles para atribuirles formas y sentidos. ‘Mirá esa, parece un perro de cola muy larga y aquella otra…”
Ahora bien, agrega, “en los juegos electrónicos no se imagina ni se proyecta, se decodifica, se entiende y se practica. Por cierto se desarrollan capacidades: la coordinación viso motriz y la capacidad de seguir reglas de funcionamiento de un sistema sin que a uno nadie se las explique. Se aprende por prueba, error y premios sucesivos”.
¿En qué casos sí correspondería preocuparse ante el aburrimiento de un niño?
“Si un niño se queja de estar aburrido y con un estímulo del adulto comienza a crear un juego, entonces no es preocupante, sólo necesitaba estímulo, responde Felisa Widder. El aburrimiento es preocupante cuando los niños lo dicen frecuentemente o no encuentran forma de entretenerse solos; un niño es capaz de jugar solo un tiempo desde pequeño, frente a un adulto que lo esté cuidando. Y hay que preocuparse porque el aburrimiento sostenido es síntoma de tristeza o de sentimientos de soledad y angustia, ante la separación, por ejemplo, entre otros problemas”.
Graciela Peyrú considera por su parte que “en muchos niños el aburrimiento es la señal de que no están pudiendo conectarse con su imaginación o con sus potenciales de expresión, por sentir miedo o angustia. Puede ser temporario y resolverse solo o puede desarrollar inhibición, fobias o características obsesivas. Algunos niños intentan salir del aburrimiento desarrollando trastornos de conducta en la escuela o el hogar. Es su manera de llamar la atención para recibir ayuda con sus problemas”.
En definitiva, poder estar solo con uno mismo es una fuente de enriquecimiento personal. En sentido contrario, muchas veces el hiperactivismo es un mecanismo para tapar un vacío interior o un escapismo.Etti Buzyn, psicóloga y pedagoga, autora de “Papa, maman, laissez-moi le temps de rêver” (Papá, mamá, déjenme tiempo para soñar), dice (según cita de la revista francesa Psycho enfants, de junio de 2012): “Cuando se aprende a sacar de sí los recursos necesarios para ocuparse, se siente menos la necesidad de refugiarse en la acción o en el trabajo, por temor a enfrentar sus emociones”.

domingo, 24 de marzo de 2013

Estilo de mama, un lugar para que encuentres el tuyo propio.




Estilo de Mamá es un lugar especializado en maternidad y crianza. Un lugar donde no hay prejuicios, donde te queremos ayudar a encontrar tu propio estilo, acorde a lo que cada mamá puede, ofreciendo espacios donde estar entre mujeres atravesando una situación similar, escuchándose y conteniéndose, ayuda a encontrarte y conocerte en este nuevo rol.

Clases de yoga preparto para aliviar tensiones típicas del embarazo. Un espacio para la preparación física, la relajación y la conexión con tu cuerpo y tu bebé. Un espacio de reflexión luego de la clase para abordar temas en relación al embarazo y a la maternidad, miedos, fantasias ansiedades, etc, creando así un espacio de contención emocional y acompañamiento por parte de mujeres atravesando la misma situación y por una especialista en la temática, brindando información clara sobre las dudas que se presenten.
Clases de yoga postparto ayudan también a liberar tensiones: es importante poder contar con un espacio para sí, para estirarse, respirar, relajarse, liberar las angustias. Ayuda a sentirte mejor con vos misma y, consecuentemente, con la maternidad y con tu bebé. Luego un espacio de reflexión donde las mamás pueden desahogarse, compartir fantasias, pensamientos, sentimientos y angustias típicas del puerperio, un espacio donde obtener gran contención emocional: sentirte escuchada y comprendida en este momento tan especial es crucial para estar "disponible" para tu bebé y el vínculo que están construyendo.
Talleres de postaparto y crianza, se abordan temas más específicos tales como Puerperio, sexualidad,  lactancia, sueño, chupete, elección del pediatra, cambio de habitación, destete, necesidades de los bebés acorde a la edad del mismo, desde el nacimiento. Vuelta al trabajo. Temas de los cuales nos servimos como disparador para abordar, quiza, cuestiones subyacentes que se ponen en juego a la hora de criar a un hijo, comenzando desde sus primeros días.
Terapia individual o de pareja, orientación a padres: Muchas veces, el puerperio es un buen momento para comenzar una terapia, cada mujer que deviene madre tiene una historia particular que determinará el modo de vincularse con su bebé, y con los demás. A veces este punto entra en conflicto con la llegada de un hijo y un espacio de terapia puede ayudar a interrogarse sobre estas cuestiones y "hacer algo distinto", encontrando tu propio estilo de ser madre, más allá de los prejuicios,  cuestionando y resolviendo puntos claves en tu historia.  Servirnos de la maternidad  para ahondar en nosotras mismas y realizar un trabajo personal que nos ayudará al vínculo con los otros. Así también, la pareja puede atravesar una crisis luego del nacimiento de un hijo y tener un espacio donde ordenar, aclarar, hablar, ayuda a poder desarmar cuáles son los asuntos propiamente de la pareja y cuáles son pasajeros y están directamente causados por el momento importantísimo que están atravesando. Orientación a padres se refiere específicamente a un espacio donde se abordan temas en relación a la crianza en situaciones puntuales con su hijo, ya sea bebé o infante.
Además, contamos con masajes para la mamá y para el bebé. Está comprobado que sentirse bien durante el embarazo ayuda al vínculo con el bebé como así también, que un bebe que recibe shantala está más relajado, ayuda a los famosos cólicos, a las horas sueño y también, como todo lo que hacemos en Estilo de mamá, ayuda al vínculo mamá/papá- beb mediante, caricias, contacto con la piel, brindando seguridad, mirada y contención.
Charlas específicas: Ofrecemos charlas sobre temas puntuales tales como "Puerperio" "Lactancia" "Mi bebé no duerme","Vuelta al trabajo", "el Rol del padre durante el parto y Puerperio",  etc.

Nos encontramos en Villa Pueyrredón y en Palermo.
Por consultas envianos tu mail a liclorenaruda@gmail.com o rociobonanni@hotmail.com

Los esperamos!!



lunes, 4 de marzo de 2013

"Mi amor por vos es único, pero no es mi único amor!!




La llegada del hermanito

Luego de un tiempo de la llegada de nuestro primer hijo, cuando seguramente todo ya se había acomodado a  la nueva vida, logrando una convivencia relativamente armoniosa entre los tres,   arriba el segundo, el hermanito o hermanita. En algunos casos planificado, según las circunstancias y maneras de pensar de la familia, en otros planeado con mucho deseo porque las ganas de ser padres nuevamente afloran, la imprevista o la no tan imprevista noticia finalmente se confirma.
Nos enteramos del embarazo y ¡puf!, aparece una invasión de sentimientos encontrados, felicidad, miedos, y muchas veces, culpa por lo que pueda suceder con el hermano/a mayor
Los adultos damos por hecho que los hermanos mayores “estarán celosos” y es una respuesta que solemos tener ante cualquier actitud o acción de nuestro hijo. Quizás sin evaluar lo que realmente les pasa ya contestamos: -”está celoso”. Pareciera que muchas veces esa respuesta calma más a los adultos, ya que necesitamos poner palabras a lo que no sabemos. De esta forma interpretamos que actúa de tal o cual forma porque simplemente “está celoso”. Pero, lo cierto es que los celos de los hijos, generalmente, son una construcción de los adultos, sobre todo durante el embarazo, donde todavía la llegada efectiva del hermanito no sucedió y el chico poco puede interpretar lo que está sucediendo. Seguramente se estará preguntando por qué la panza de la mamá crece, cómo es que ese bebé llegó ahí adentro. Todos le dicen: -¡qué bueno, ahora vas a tener con quien jugar!” “siempre te vamos a querer”, etc. Estas frases son las que muchas veces alertan al hermano/a mayor  que lo que está por llegar puede poner en duda el amor de los padres, más específicamente, de la mamá. En vez de demostrarle la importancia de su lugar, de enfatizar nuestra mirada en él,  le advertimos que su situación pende de un hilo. Lo cual no es cierto. Cada hijo tiene un lugar, una personalidad, virtudes y defectos. A veces es nuestro propio temor por “no poder amar a dos por igual” lo que nos hace sentir que nuestro hijo tampoco podrá querer y aceptar al hermano, o que su lugar pueda ser reemplazado por el nuevo integrante. 
Indudablemente la llegada del hermanito/a  tendrá un efecto y habrá repercusiones en el mayor, pero dejemos que afloren con libertad sin dar por hecho que el mayor vivirá con celos. Asumir que "no soy lo más importante para mamá" o que "ya no la completo", no es tarea fácil. Pero cada uno hace su proceso personal y particular.
Si nuestra actitud por la llegada del nuevo hijo a la familia es con felicidad, si tratamos de incluir al hermano mayor dentro de los cuidados del recién nacido, desde el embarazo haciéndolo participar en la elección del nombre, preparar el cuarto, .el/la mayor no tendrá por qué sentirse desplazado, hay que ayudarlo para que también sea su bebé, y desde el lugar de “hermano/a mayor” lo cuidará y le enseñará cosas que él ya vivió. 
Obviamente la llegada del hermanito tendrá un efecto en el mayor, tampoco podemos ignorar esa cuestión, pero podemos ayudarlo a que sienta que pierde el lugar de hijo único, del cual gozó mucho tiempo recibiendo todo lo que necesitaba, (no me refiero a objetos sino a mirada, contención, mamá, papá, familia, brazos), para ganar otro lugar, que tendrá algunas ventajas y otras desventajas, el de “hermano mayor”. Su lugar de “primero” jamás lo perderá.
Muchas veces le sucede lo mismo que a los demás nenes de su edad, está más caprichoso, más demandante, más peleador. ¿No se nos ocurre pensar que eso que le pasa tiene que ver con la etapa que está viviendo, más allá de la llegada de su hermano? Solemos caer en una respuesta fácil que nos evita poner atención a lo que realmente necesita nuestro hijo. Todas las personas somos diferentes, y esto vale también para los niños. Cada chico tiene necesidades, intereses, gustos y viven etapas que le son propias y que lo diferencian de sus hermanos. Es fundamental aceptar esta diversidad y atender  los requerimientos de cada hijo, sin marcar diferencias de “importancia”. Si la llegada de un segundo hijo desvía nuestra mirada del primero, entonces sí habrá más celos. Pero si seguimos prestando atención a sus necesidades y respondiendo aunque sea con la mirada y la preocupación, nuestro hijo podrá recibir al hermano con la misma felicidad que nosotros.
Tampoco es cierto que un hijo pretende estar en el lugar del otro, por el contrario, cada uno pretende poder ser sí mismo y para esto, es nuestro deber “mirar” lo que cada uno necesita. Es muy común escuchar: - “no quiero hacer diferencias, si a uno le doy A  al otro también”, lo que quizás a veces no nos damos cuenta es que  los dos no necesitaban A. No nos detenemos a evaluar lo que cada uno es y tiene para dar, les damos ”por igual”  haciendo que a uno le sobre y al otro le falte (insisto, no me refiero en este caso, solamente, a objetos) y terminamos haciendo lo que intentábamos evitar. Rotulamos a cada uno con características opuestas, verbalizamos lo que ellos son sin darnos cuenta que, muchas veces, eso que decimos que son es lo que terminan siendo. No nos damos cuenta que muchas veces, nuestras palabras les dan identidad y ellos nos creen, sin dejarlos elegir libremente. Tendemos a comparar y, lo que es peor, en voz alta, generando rivalidad. Debemos aceptar que no son iguales ni deben serlo. No es igual cómo una madre vive cada embarazo, cada nacimiento y hacer hincapié en las diferencias.
Es importante poder mirar atentamente a cada uno de nuestros hijos, sea uno o sean cinco, resaltando sus capacidades y acompañarlos en los que les resulta más difícil. Sin enojarnos si no cumplieron nuestras expectativas. El error, en realidad es nuestro, en crear expectativas sin conocerlos realmente, forzándolos a que resalten en algo sin observar qué es realmente lo que les gusta hacer o pueden hacer. Generamos exigencias y desde ese lugar acompañamos poco  cada proceso, pero, si además los comparamos, etiquetamos, generaremos sin querer competencia entre ellos. La hermandad la fortalecen o la debilitan los padres, no es el lazo sanguíneo lo que realmente los hace hermanos, sino lo que nosotros como padres, transmitimos. No alcanza con decir “ el vínculo entre hermanos es lo más hermoso”. Hay que actuar en consecuencia. La llegada de un hermano puede ser lo más hermoso que a un niño o niña le suceda, con los sentimientos ambivalentes que obviamente van a existir. Pero nosotros debemos trabajar en función de la hermandad. Los celos pueden existir, son naturales, pero podemos ayudar a nuestro hijo mayor a apaciguarle la ansiedad o la angustia que pueda llegar a sentir:

Tips: 
Durante el embarazo incluirlo desde el momento en que se lo contamos, él/ella va a tener un hermanito y también será su bebé. Será imprescindible para el recién nacido su presencia y ayuda. Mostrarle como va creciendo el bebé adentro de la panza, llevándolo a alguna ecografía, si él quisiera, dándole la información que él pida acorde a la edad. Ayudando con  la elección del nombre, con la elección de objetos para el cuarto o el ajuar del bebé. 
Una vez el bebé llegó al hogar la cosa cambia! El mayor necesitará momentos de exclusividad y realizar actividades con los padres, juntos o separados, que el “pobre” bebé pequeño no puede aún realizar. Ejemplo: comer helado, ir al cine, salir con el triciclo, etc...
Incluirlo en los momentos del baño del bebé, la cambiada de pañales, en lo que él quiera colaborar debe ser bienvenido.
No dar por hecho que el hermano mayor querrá y deberá prestar todo al menor o que, para evitar que el más chico llore tenga que ceder siempre. Debe ser respetada su decisión de no compartir. Algunas  veces resulta útil preguntar si existe un objeto o juguete particular que no quiera prestar. En ese caso lo podemos guardar o autorizarle a tenerlo sin obligarlo a compartir. De esta manera él se sentirá respetado y será más armoniosa la convivencia. No caer fácilmente en la frase: - “vos sos el mayor y por eso tenes que tal o cual cosa”. Sus necesidades deben ser escuchadas con la misma importancia que las demandas del bebé. Si se siente escuchado y respetado, disminuirán los celos y/o competencias.
No creernos nosotros el típico discurso: - “pobrecito, perdió el trono”. en función de lo que nosotros pensamos, actuamos y transmitimos.
Por ultimo, muchas veces la llegada del segundo hijo nos enfrenta con los vínculos con nuestros propios hermanos, con lo que se decía de nosotros, con nuestra historia y el lugar que nos tocó “el mayor, la segunda, el más chico” o “el inteligente, el vago, el caprichoso”. Revisar lo que a nosotros nos pasa con la llegada de este nuevo bebé nos ayudará a manejarnos libremente, sin mezclar (tanto) los sentimientos y miedos que a nosotros nos genera esta situación.
Formar una familia no es fácil, tampoco criar a los hijos. Es un desafío diario. Ellos aprenderán a relacionarse entre sí, y mucho podemos ayudar. Lo más importante es no presionar, no forzar y observar. No perder de vista y responder a sus necesidades como seres independientes que son. De esta manera, la llegada de un hermano será el mejor regalo les pudieron dar.