miércoles, 5 de septiembre de 2012

La dulce espera




La decision de tener un hijo es una de las más fáciles y de las más difíciles a la vez. Si te dejas llevar por las ganas y nada más, es fácil. Pero, generalmente, hay personalidades más racionales que cada vez que se encuentran ante una situación de decidir, postergan. Otras, más “arriesgadas” deciden sin pensar tanto, sin llegar a “ qué irresponsable” pero sin tantas vueltas. Esto ocurre en casi todas las decisiones y , sobre todo, en tener un hijo. Sin asustar, creo que es la única decisión que es para toda la vida y, lógicamente, es difícil tomarla si la pensamos así. La cuestión es que cuando el deseo de tener un hijo está instalado, el ser humano se las ingenia para que esta situación se concrete. A algunos les cuesta más resignar cosas de su vida cotidiana entonces intentarán no tomar conscientemente la decisión, con lo cual llega en los “descuidos”. Otros, sin embargo se ponen en campaña con el almanaque al lado para no perderse la posibilidad en cada mes. Otros deciden dejar de cuidarse y mantener el ritmo sexual  habitual y “cuando llega llega...”.  Otros, por circunstancias de la vida tienen que recurrir a un tratamiento y la búsqueda es una constante sensación de ansiedad y expectativas donde es más difícil dejarlo “librado al azar”. También los casos de adopción  en los cuales las ganas de tener un hijo es exactamente igual que en los demás casos, aunque muchas veces la espera es más larga y además, no depende directamente de nosotros. Para todos los gustos, no importa cómo, lo cierto es que el deseo estaba y finalmente, llegó.
Durante el embarazo las expectativas aumentan día a día. El el último trimestre las fantasías del parto y el postparto comienzan a aflorar. Sabemos que ese momento es inminente y, los sentimientos encontrados característicos de toda la maternidad, se hacen presentes. Queremos seguir embarazadas porque es un estado único y especial, si tuvimos un buen embarazo y nos vemos bien, nos gusta estar con la panza y que el vínculo con nuestro bebé sea exclusivo y particular.Ya nos acostumbramos a ese estado y a hacer las cosas en ese estado, a ir sentadas en el colectivo y no hacer cola en el supermercado.... pero también queremos ver cómo es “el bebé en casa”.
Nos imaginamos el parto y se nos llenan los ojos de lágrimas cargando esos pensamientos con toda, absolutamente toda, la emoción que tenemos.  Nos empiezan a dar ganas de conocer a nuestro bebé, aunque también de conservar la panza! Imginamos su cara, su llanto al nacer, lloramos.... nos imaginamos al bebé en brazos, tomando la teta, a upa del papá, lloramos....nos imaginamos dando la noticia y sintiendo la reacción de los demás, lloramos...
Llegó el día. Parimos. No fue lo que esperábamos. Pero no porque salió algo mal, no. Todo lo contrario. Salió de maravillas...tuvimos contracciones, dolieron, tuvimos trabajo de parto, pedimos a gritos la anestesia, pujamos, pujamos, nació. Episotomia (que no sentimos en el momento), peeeero no lloramos como Andrea del Boca en el momento del parto, no sentimos ese amor incondicional por nuestro hijo al mirarlo lleno de líquido amniótico, teníamos miedo a no reconocerlo cuando nos lo llevaran al cuarto...etc... Lo cierto es que el momento del nacimiento de un hijo está cargado de mucha emoción y expectativas y nada nos dice que ese día va a ser tal cual lo soñamos. Y cuando esto no  ocurre, nos frustramos fácilmente. No quiere decir ni que seamos malas madres por no llorar como suponíamos que íbamos a llorar, ni por preferir que a primer noche duerma en la nursery, ni porque no sentimos “oh, lo mejor del mundo fue parir”. Y más, de pronto terminamos en una cesárea, claramente no era lo que imaginábamos para este día (o sí, pero no podemos decirlo porque no se escucha bien), pero estamos los dos bien, con salud, abrazados, con el bebé a upa al instante que lo ayudan a nacer, tomando la teta... y nosotras, donde ponemos el acento “no fue parto natural”, como si eso también hablara del tipo de mamá que seremos.
Me parece importante desmitificar algunas cuestiones en relación al nacimiento de un hijo.  Por más que idealicemos igual, tengamos expectactivas igual, eso no va a cambiar , claro. La mayoría de las veces nos cuentan las cosas lindas y maravillosas y  si las cosas no salen así es muy fácil frustrarse, cuando en realidad nadie habla de las cosas menos románticas del posparto, que por suerte son breves y se olvidan rápido ya que la felicidad y todos los sentimientos que se viven son más fuertes que esos malestares. Por eso después, queremos otro hijo.
Angustia versus depresión posparto, item importante. Se diagnostica “depresión posparto” apresuradamente cuando en realidad sentir angustia luego del parto es normal e, incluso, esperable! Más allá del cambio hormonal que estamos viviendo en ese momento,sentirse desbordada de felicidad es tan común en esta etapa como sentirse felizmente desborada.  Todo cambia, nuestro cuerpo,nuestras rutinas, nuestra independencia, nuestras prioridades....
También es esperable que nos suceda algo diferente a lo imaginado y a lo “socialmente esperado”. También es lógico luego de una cesárea estar molesta y dolorida y no poder estar al ciento por ciento, o que de hecho, tuvimos un super parto natural pero las molestias de la episotomía hacen que no nos querramos mover demasiado...Es normal que hayamos fantaseado con amamantar pensando que sería como en las tiernas fotos que vemos en la caja de productos avent o en la sala de espera del obstetra. Y de pronto, las fotos no nos muestran cuánto duele amamantar los primeros días! ¿Soy mala madre porque cuando llega el momento de la teta pienso “uh, ¿otra vez?” y no lo disfruto como “debería”? Date tiempo, si queres amamantar, ya lo van a disfrutar, ambos!
Los mandatos sociales, culturales, las opiniones de la suegra, de mamá, de la amiga que ya tuvo, influyen directamente en nosotras y la pregunta sobre si seremos buenas madres encuentran respuestas en los estilos de las demás, sin poder, al principio quizá, darnos ese lugar para sentir lo que nos pasa, ser honestas con nosotras mismas y encontrar las respuestas en nuestra única y exclusiva manera de ser mamá, que aún desconocemos. Bastante tenemos con responder a las demandas del bebé, que encima tenemos que responder a lo que se espera de nosotras en ese rol según el entorno, como si los demás tuvieran toda la verdad sobre cómo ser mamá! 
Una vez que nace nuestro hijo, el vínculo se construye, no es igual al que teníamos cuando estaba en la panza. Y para que se construya amablemente, lo ideal es estar tranquilas, observando, respetándonos nuestros sentimientos y estados. Dándonos lugar a que la situación fluya sin suponer que hay una sola manera de vivir el parto, el nacimiento, el posparto. Dejemos fluir nuestro ser mamá, dejemos que aparezca... Tratemos de no darle lugar a la culpa que siempre aparece para no dejarnos disfrutar a “nuestra manera”. Es un momento de encuentro con una situación muy imaginada, pero que ahora es real y nueva. Y muchas de las situaciones que empezamos a vivir, los sentimientos que empezamos a sentir, no los podíamos imaginar, simplemente porque no los conocíamos. Fantaseamos este momento desde lo que nos dijeron, desde lo que vimos, desde lo que suponíamos o esperábamos, pero la vida nos sorprende y muchas veces la mujer que no se imaginaba madre de pronto le sale la leona de adentro y quizá, la más sensible que se imaginaba emocioanda en cada momento está medio congelada, sin saber cómo reaccionar.... o no, y quiza las cosas son tal cual las soñaste porque “así tiene que ser” y confesar algunos pensamientos “no esperados” no es fácil.... o simplemente no fantaseaste demasiado y este momento te sorprendió a vos, en fin...tantas opciones como madres en el mundo. Viví tu experiencia, a tu manera.